martes, 19 de abril de 2011

LOS ESPÍRITUS DEL TEMPLO
(Por Joackim nilsson)


LA LEYENDA DE ATOCHA Y ENRIQUEZ NEGREIRA

Quienes ya manejen una edad habrán visto, escuchado, e incluso presenciado alguno de aquellos partidos que el Sporting disputó en el vetusto Atocha. Aquellos choques estaban siempre cortados por el mismo patrón. Un equipo local muy duro, con una afición volcada y presionante, que trataba de ganar los partidos a golpe de pelotazo.

Pero todo ello contaba con un personaje especial cada vez que los locales se enfrentaban al Sporting. Un personaje que hacía las cosas mucho más fáciles para el equipo de casa. Y aquel personaje era un árbitro, y respondía al nombre de Jose María Enriquez Negreira.

Enriquez Negreira era, en condiciones normales, un buen árbitro. Sosegado, respetuoso, y elegante. Sin embargo su simpatía por la Real Sociedad (confesada por él mismo una vez retirado), hacía de cada visita del Sporting a Atocha un vía crucis de faltas en contra, y caserismo llevado al absurdo.

En aquellos años 80 en al menos 5 visitas del Sporting “arbitró”, por decirlo de alguna manera, el ínclito colegiado catalán, con otras tantas vergonzosas actuaciones. Ayer, el bueno de José María quedó eclipsado en San Sebastián, y su leyenda se ha diluido. Ha nacido una estrella, Ignacio Iglesias Villanueva.

Y es que el de ayer fue un encuentro calcado a los muchos que se vivieron en Atocha, y no sólo por el arbitraje. En aquella época acostumbraba la Real a llevarse los partidos por la mínima y en los últimos minutos, siendo el gol de la victoria siempre una especie de carambola imposible después del consabido montonín en el área. No era infrecuente ver al árbitro pensativo para anotar el autor de dicho gol, ya hubiera sido Satrústegui con el hombro, Zamora con el culo, Idígoras con el número, o Gajate, Larrañaga o el mismo Celayeta que simplemente pasaban por allí.

No traten de desprestigiar la fórmula porque con ella la Real Sociedad ganó dos ligas de forma consecutiva, pero lo cierto es que fueron incontables las ocasiones en que así sucedió.

Y con ese patrón ayer se volvió a escribir la historia, aderezada además por un inoportuno traspié de Botía que puso el 1-0 en el marcador a favor de los locales. En ese momento ya se había vislumbrado el guión del partido. Un Sporting jugando a lo mismo que le dio para puntuar en sus últimas visitas, y una Real Sociedad apelando a la fortuna, y a los nervios de un choque de tal enjundia.

A todo contribuyó el hecho de que Iglesias Villanueva utilizara un criterio que podríamos catalogar de particular a la hora de mostrar tarjetas, y basado en el hecho diferencial de la vestimenta. Si vas de azul y blanco, “ego te absolvo”, en claro homenaje a la Semana Santa. Que Labaka y Griezmann no hayan sido expulsados ayer es poco menos que una fantasía hecha realidad para los aficionados locales, pero sin embargo, fue lo que sucedió.

Con todo, el Sporting es un equipo que tiene alma, tiene corazón, y sobre todo, tiene empuje y determinación. Y ello fue suficiente para poner en un brete al conjunto realista que no pudo soportar las embestidas de los gijoneses.

En una de ellas, mediado el segundo tiempo, y cuando más apretaba el Sporting, Sangoy tomó su segundo balón en banda izquierda, adoptando la personalidad del mejor Uría, levantó la cabeza, se fue hacia la frontal, y trazó un pase horizontal a de las Cuevas, que, investido con los galones de medio centro que le había otorgado Preciado, tomó el disfraz de Hugo Leonardo Perico Pérez, y con la parsimonia que baraja en estos actos, procedió a clavar el balón por la mismita escuadra de la portería donostiarra.

El empate hacía justicia a lo visto sobre el césped, y debió ser el resultado final, sólo perturbado por los vestigios del viejo Atocha, y ese disparo del que debió ser expulsado por dos entradas por detrás, y que todavía no se cree tanto rebote en el área. Otros nos lo creemos porque ya lo hemos vivido muchas veces, pero los más jóvenes aún no habrán salido de su asombro.

Se rumorea que las floristerías en San Sebastián han hecho el agosto con los pedidos para adorar a Santa María del Coro, patrona de la ciudad, y sin cuya intervención hubiera sido imposible sacar el partido adelante. Es lo que tiene este magnífico deporte que nos absorbe. Además de un deporte, es un juego, y la suerte, tiene, a veces, una importancia decisiva.

Con todo queda una lectura positiva, el equipo es el mismo, la convicción es fuerte, el apoyo es ilimitado, y sobre todo y ante todo, el domingo vuelve Nacho Cases. Disfrútenlo.

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