viernes, 29 de abril de 2011

Programa 62

LOS ESPÍRITUS DEL TEMPLO
(Por Joackim nilsson)

AQUÍ TE ESPERO

Quienes hayan conocido al Español escrito con “Ñ”, serán conocedores de las características histórico filosóficas de este equipo. Un conjunto sobrio, con mucha historia, mucha exigencia, y al que siempre costó mucho trabajo ganar en El Molinón.

El encuentro de ayer fue el típico partido de esta segunda vuelta del Sporting, donde la clave es sumar lo que sea; tres puntos, un punto, o sensaciones, y si en San Sebastián sólo se sumaron sensaciones, contra el Español además de sensaciones se sumaron tres puntos.

Tres puntos que se hicieron esperar. Aunque ya desde el principio se vio que era una tarde de esperas. Donde el minuto de silencio se convirtió en eterno a la par que espectacular, y donde los sportinguistas hicieron de la espera su gran virtud.

Parece que se ha instaurado la moda del dominio infructuoso de la posesión de la pelota en el fútbol español. Ayer los pericos pusieron en práctica el mismo partido que jugó Osasuna 15 días atrás en el Templo. Y fíjense que el devenir y el resultado fue el mismo. Desconocíamos que la economía españolista no permitía sesiones de Cinexin. Con sólo una hubiesen sabido como iba a acabar el encuentro con ese planteamiento. Pero la crisis es así de cruel.

A todo ello contribuyó el “Decálogo del cinco argentino” puesto en marcha ayer por un Uruguayo de corte poco afable y que responde al nombre de Eguren. El charrúa firmó ayer su mejor partido con la elástica rojiblanca, no sólo en la contención, sino en la distribución y la llegada, sus, hasta ayer, asignaturas pendientes.

Así las cosas el primer tiempo se jugó como él quiso. Bueno y como quiso Hernández, y su “Manual de posicionamiento táctico defensivo”, con prólogo de Alberto Botía; ya a la venta en kioskos y librerías.

Tiene la virtud este Sporting de saber jugar estos partidos. Aguanta sin aguantar, sufre sin sufrir, corre sin correr, pero sobre todo, desespera al rival, y cuando lo tiene desesperado le asesta el golpe de gracia definitivo. A punto estuvo de hacerlo ya en el primer acto, cuando de las Cuevas se plantó en la frontal, adoptó la pausa de Iordanov, y soltó un pase dentro del área entre tres defensas, justó para una irrupción de Eguren que hubiera firmado el mismo Joaquín. La lástima fue que Kameni se hizo demasiado grande y el balón salió desviado de la portería del fondo sur.

Antes de eso el Templo había asistido a un recital de levantamiento de banderín en ataque sportinguista. Son ciertamente curiosos los últimos arbitrajes que sufre el Sporting. El empeño del trío justiciero por evitar las llegadas sportinguistas fue de tal enjundia que incluso Rubinos Perez ejerció de Orejuela para desbaratar una jugada de ataque local. Lo nunca visto.

El segundo acto transcurrió por los mismos derroteros. Con un control sin mucho control de los visitantes, y un poquito más de fútbol por parte de los locales. En ese momento irrumpió Nacho Novo, y el Sporting pasó a tener ese poquito más de mordiente que separa el empate de la victoria.

Todo empezó con la enésima pelea de Barral para evitar que la pelota saliera por la banda. Esa sutil diferencia fue suficiente para que el esférico llegara a Valdés, que mutado en Uría pusiera un balón al corazón del área a pierna cambiada que envenenó al segundo palo un mal despeje de la zaga españolista. Y allí se gestó la victoria. Ese tipo callado, sereno y sobrio, que responde al nombre de Nacho Novo metió la pelota como sólo Abel era capaz de hacerlo, y nadie sabe explicar como, simplemente el balón entró, con Kameni emulando a Zape, y con una parroquia gijonesa que ya comienza a tener ese grado de confianza desconocido antaño en el que parece que no existen los problemas y que el gol llegará pase lo que pase.

Si un gol en El Molinón siempre es una explosión de júbilo, el de ayer vino además acompañado de un sentimiento de unidad, vislumbrado muchas veces pero plasmado tristemente por motivos fúnebres. El abrazo de todos los jugadores con su técnico significa muchas cosas. Pese a quien pese, y duela a quien duela.

De ahí al final el guión previsto. O sea nada. Salvo el enésimo detalle de golpeo de balón de Sangoy que a punto estuvo de suponer la sentencia, un regate de fantasía de Novo en la línea de fondo, y un aquí te espero desesperante para los visitantes y que sigue causando estupor en las gradas rojiblancas. Cinco partidos consecutivos sin encajar un gol como local está al alcance de muy pocos, concretamente esta temporada de nadie, y precisamente esa fortaleza permite asomarse a la salvación antes que otros muchos. O quizás antes que nadie. Habrá que esperar. Pero parece que queda muy poca espera.

martes, 19 de abril de 2011

LOS ESPÍRITUS DEL TEMPLO
(Por Joackim nilsson)


LA LEYENDA DE ATOCHA Y ENRIQUEZ NEGREIRA

Quienes ya manejen una edad habrán visto, escuchado, e incluso presenciado alguno de aquellos partidos que el Sporting disputó en el vetusto Atocha. Aquellos choques estaban siempre cortados por el mismo patrón. Un equipo local muy duro, con una afición volcada y presionante, que trataba de ganar los partidos a golpe de pelotazo.

Pero todo ello contaba con un personaje especial cada vez que los locales se enfrentaban al Sporting. Un personaje que hacía las cosas mucho más fáciles para el equipo de casa. Y aquel personaje era un árbitro, y respondía al nombre de Jose María Enriquez Negreira.

Enriquez Negreira era, en condiciones normales, un buen árbitro. Sosegado, respetuoso, y elegante. Sin embargo su simpatía por la Real Sociedad (confesada por él mismo una vez retirado), hacía de cada visita del Sporting a Atocha un vía crucis de faltas en contra, y caserismo llevado al absurdo.

En aquellos años 80 en al menos 5 visitas del Sporting “arbitró”, por decirlo de alguna manera, el ínclito colegiado catalán, con otras tantas vergonzosas actuaciones. Ayer, el bueno de José María quedó eclipsado en San Sebastián, y su leyenda se ha diluido. Ha nacido una estrella, Ignacio Iglesias Villanueva.

Y es que el de ayer fue un encuentro calcado a los muchos que se vivieron en Atocha, y no sólo por el arbitraje. En aquella época acostumbraba la Real a llevarse los partidos por la mínima y en los últimos minutos, siendo el gol de la victoria siempre una especie de carambola imposible después del consabido montonín en el área. No era infrecuente ver al árbitro pensativo para anotar el autor de dicho gol, ya hubiera sido Satrústegui con el hombro, Zamora con el culo, Idígoras con el número, o Gajate, Larrañaga o el mismo Celayeta que simplemente pasaban por allí.

No traten de desprestigiar la fórmula porque con ella la Real Sociedad ganó dos ligas de forma consecutiva, pero lo cierto es que fueron incontables las ocasiones en que así sucedió.

Y con ese patrón ayer se volvió a escribir la historia, aderezada además por un inoportuno traspié de Botía que puso el 1-0 en el marcador a favor de los locales. En ese momento ya se había vislumbrado el guión del partido. Un Sporting jugando a lo mismo que le dio para puntuar en sus últimas visitas, y una Real Sociedad apelando a la fortuna, y a los nervios de un choque de tal enjundia.

A todo contribuyó el hecho de que Iglesias Villanueva utilizara un criterio que podríamos catalogar de particular a la hora de mostrar tarjetas, y basado en el hecho diferencial de la vestimenta. Si vas de azul y blanco, “ego te absolvo”, en claro homenaje a la Semana Santa. Que Labaka y Griezmann no hayan sido expulsados ayer es poco menos que una fantasía hecha realidad para los aficionados locales, pero sin embargo, fue lo que sucedió.

Con todo, el Sporting es un equipo que tiene alma, tiene corazón, y sobre todo, tiene empuje y determinación. Y ello fue suficiente para poner en un brete al conjunto realista que no pudo soportar las embestidas de los gijoneses.

En una de ellas, mediado el segundo tiempo, y cuando más apretaba el Sporting, Sangoy tomó su segundo balón en banda izquierda, adoptando la personalidad del mejor Uría, levantó la cabeza, se fue hacia la frontal, y trazó un pase horizontal a de las Cuevas, que, investido con los galones de medio centro que le había otorgado Preciado, tomó el disfraz de Hugo Leonardo Perico Pérez, y con la parsimonia que baraja en estos actos, procedió a clavar el balón por la mismita escuadra de la portería donostiarra.

El empate hacía justicia a lo visto sobre el césped, y debió ser el resultado final, sólo perturbado por los vestigios del viejo Atocha, y ese disparo del que debió ser expulsado por dos entradas por detrás, y que todavía no se cree tanto rebote en el área. Otros nos lo creemos porque ya lo hemos vivido muchas veces, pero los más jóvenes aún no habrán salido de su asombro.

Se rumorea que las floristerías en San Sebastián han hecho el agosto con los pedidos para adorar a Santa María del Coro, patrona de la ciudad, y sin cuya intervención hubiera sido imposible sacar el partido adelante. Es lo que tiene este magnífico deporte que nos absorbe. Además de un deporte, es un juego, y la suerte, tiene, a veces, una importancia decisiva.

Con todo queda una lectura positiva, el equipo es el mismo, la convicción es fuerte, el apoyo es ilimitado, y sobre todo y ante todo, el domingo vuelve Nacho Cases. Disfrútenlo.

Programa 61

Ya teneis la nueva entrega del programa, con un protagonista de excepción
Hugo Perico Pérez, podeis descargarlo aquí

jueves, 14 de abril de 2011

LOS ESPÍRITUS DEL TEMPLO
(Por Joackim nilsson)

LUCHA DE SERIEDADES

Tarde de fútbol norteña en un clásico de la liga española. El Sporting y el Osasuna se enfrentaron en El Molinón en un duelo de seriedades, seguramente motivado por eludir la quema. Finalmente los del Sporting fueron más solventes. Pero mucho más.

Ya desde el principio Lolo y Hernández tomaron la responsabilidad de demostrar quien era más serio. Uno moviendo el balón en su campo con la parsimonia del que no quiere perder el partido. El otro yendo al cruce de manera esplendorosa en cualquier resquicio que el centro del campo del Sporting pudiera dejar.

A estas alturas de la feria ustedes ya se habrán dado cuenta de que el Sporting tiene un plazo de quince minutos de estudio concienzudo de la disposición táctica del rival. Mira, piensa, toca, espera, juega, y deja hacer pero sin dejar jugar. Y una vez analizados los problemas que asoman por enfrente, se ponen los medios necesarios para ahondarlos.

Con esos parámetros, y la fortaleza de Nekounam y Puñal en la contención pamplonica tocaba explotar las bandas, y las ocasiones se produjeron una por cada vertiente. Por la derecha, Novo mutado en Stanic tomó la línea de fondo para poner el pase de la muertte que nadie fue capaz de rematar. Por la otra, de las Cuevas adoptó una vez más la personalidad de Manolo Mesa para cabalgar escapando del lateral, plantarse ante Ricardo y chutar para lucimiento del portero visitante.

Poco más dio de sí el primer tiempo. Salvo la ya apuntada supremacía de Hernández, y el trabajo incansable de Rivera en el centro del campo. Y, por supuesto, un nuevo recital del manual de de las Cuevas titulado “Como controlar un balón y encarar una defensa”, ya a la venta en kioskos y librerías. Ver jugar al alicantino es como retroceder veinte años. Cuando saber parar el balón era condición indispensable para jugar al fútbol. Se rumorea que la colección sportinguista se va a ampliar, y ya está a punto de editarse el “Manual de juego al primer toque”, por el Maestro Ignacio Cases. No se lo pierdan.

Dicen que en el descanso la charla táctica giró en torno a buscar medios alternativos para que Colinas no se durmiera en el segundo tiempo. No se les ocurrió nada. Y para colmo en la reanudación el Osasuna adoptó una pose aún más trabada y conservadora. Durmiendo el partido, a Colinas, al balón, y casi a los asistentes. Hacia falta un revulsivo, y el relevo de Castros surtió el efecto deseado.

El gallego entrante necesitó muy poco tiempo para romper el partido y desequilibrar el duelo de seriedades. El suficiente para caer a banda derecha en medio campo por obra y gracia del Cinexin, largar un pase en profundidad al desmarque de Novo al que el ferrolano no pudo llegar, y defenestrar la labor seria e intachable de Lolo hasta ese instante.

En medio de dicha batalla sucedieron dos acontecimientos trascendentes; la mutación de Lolo en Perea, y la adopción por parte de Barral de la picaresca de Eloy Olaya. Con semejante panorama meter el balón entre los tres palos parece menos complicado, básicamente porque Ricardo a esta hora aún no sabe qué pudo haber sucedido.

El gol trajo a su vez dos consecuencias. La primera que el duelo de seriedades se lo volvió a llevar Hernández y por tanto el Sporting. Y la segunda que dicho duelo se ganó por goleada. No numérica, por supuesto, pero si de impronta de equipo infranqueable.

A todo ello contribuyeron varios factores. Por un lado el festival Lora al que la grada ya comienza a ver vestido de Campeón del Mundo; el contagio de solvencia que ha sufrido Botía con el Mariscal que se deja ver a su lado; el oficio de ese tipo con malas pulgas que parece recién licenciado de Alcatraz y que responde al nombre de Eguren; y sobre todo, y ante todo, la asunción de galones de Castro que decidió que de ahí al final sólo se jugaba lo que a él le daba la gana. Como si fuera el dueño del balón, del campo, y del partido.

Todo ello sumado al decálogo del “Quiero y no puedo” puesto en marcha por Osasuna, motivó una tarde plácida para el sportinguismo, que se asoma a la salvación, concienciado de que aún estando cerca, no se puede levantar el pie.

Tres puntos, empaque, y sobre todo seriedad, mucha seriedad. Se rumorea que dicho virus está muy presente en el vestuario rojiblanco. Si quieren una prueba, repasense la semana de Barral, antes, durante y después del partido. Si es por el brazalete que lo lleve siempre. Esto es serio, muy serio.

martes, 5 de abril de 2011


LOS ESPÍRITUS DEL TEMPLO
(Por Joackim nilsson)




REAL MADRID 0 – REAL SPORTING DE GIJÓN 1


Ganó el Sporting en el Santiago Bernabeu. Seguramente no han leído ni escuchado este titular desde el pasado sábado a las 19:55 horas. Y sin embargo fue lo que pasó. En esta Liga bipolar que nos ha procurado la prensa y las Televisiones, el titular es otro; Perdió el Madrid en el Santiago Bernabeu. ¡Que cosas!

Es la nota triste de la reflexión del que sabe que están matando un deporte. Sin embargo hay nota alegre, y es la referida al excepcional planteamiento de Manuel Preciado y Josep Alcácer en campo madridista. Con un trabajo encomiable de los artistas rojiblancos, el sábado mutados en legionarios, que consiguieron desactivar un ramplón equipo madridista, que no justificó el porqu
é tiene bula para cobrar más que los demás.

El partido no duró ni siquiera un minuto, apenas veinte segundos. Los que tardó en suceder el feliz acontecimiento. Antes de eso nada reseñable. Con un Colinas transformado en una suerte de Ablanedo en Colonia, una defensa ordenada, y un centro del campo trabajador, fue más que suficiente para anular por completo al Madrid. Un partido de cero a cero si fuese un Albacete-Badajoz, pero que por la entidad del rival no dejó lugar a la tranquilidad en ningún momento.

Pero tuvo que venir el que dicen es el mejor entrenador del mundo a romper la igualdad y situar tres centrales en el campo. Justo lo que me gusta debió pensar Preciado. Y ahí nació la épica. No sin antes conceder lo que los espíritus califican de anécdota. El caso es que el cambio de Barral por Sangoy supuso la capitanía de Hernández, que con el brazalete en su brazo derecho adoptó aún más parecido con Victor Hugo Doria. Sólo se les distingue cuando hablan. Menudo homenaje.

Casi al instante se rompió el partido. Simplemente hacía falta inteligencia, y ahí el Sporting tiene jugadores que van sobrados para leer determinadas situaciones en un campo de fútbol. Con la nueva disposición Cases y de las Cuevas, los más listos de la clase, se guiñaron el ojo, miraron desconfiados y pronunciaron al unísono la clave del encuentro. Eso sí, en bajito, como los niños malos, y para que nadie se entere. Dicen que el “¡si no hay lateral!”, sólo lo escucho Novo, un tipo callado y discreto, que sabían que no diría nada, para no chafar la sorpresa.

El escenario estaba preparado, los artistas convencidos, y el público expectante. Y todo se desarrollo en un suspiro. Lo justo para que Valdés enviara un balón en banda a de las Cuevas, éste cediera en profundidad a Cases, que, disfrazado de Ciriaco Cano, jugara al primer toque para devolver la pared al alicantino, que a su vez, tomara por un segundo la personalidad de zar ruso, eliminase el 2 de su camiseta para cambiarlo por un 1, adoptara la pausa de Igor Lediakhov, aprovechara el movimiento de Sangoy mutado en Juanele, y ajustara el balón al palo que nadie pensaba.

La sorpresa fue tan grande en el terreno de juego, que incluso de las Cuevas tuvo tiempo de quitarse el disfraz de Lediakhov, y vestirse con el que celebraba los goles Joaquín Alonso, vamos, como el que dice, misión cumplida. Sin más. A ello contribuyó la penosa realización televisiva, que seguramente influida por el ejercicio figurinista que se había vivido, centró sus imágenes en Rivera agradeciendo al cielo, en lugar de mostrar la piña rojiblanca y el éxtasis de júbilo de la mareona. Cero uno y cuarto de hora por delante. A ver que inventan los banquillos.

Y la invención fue de las que hacen época. Sólo al alcance de los más grandes. Sólo para los ojos de los más doctos. No pueden imaginárselo. El dispositivo técnico táctico de Jose Mourinho fue de la siguiente manera. Ruego no pierdan palabra ni ripio. Todo sea que seamos capaces de entenderlo. ¿Como expresarlo?. Podría ser “el que más la aviente que la bombie”, o un más entendible “al montonín”, incluso un lacónico “al gurullu”, o quizás un más prosaico “patapum pa arriba”. Definitivamente, el Madrid quiso no perder la liga con la táctica con la que la Real la ganó por 2 veces en Atocha. Incluso Adebayor parecía Satrústegui sin bigote, y Ramos, Gajate. Una táctica que firmaría el gran Maxi Rodríguez cuando entrenaba a los juveniles del Figaredo en “Carne de Gallina”. Solo que éste no es special one.

Final del partido y tres puntos de oro para seguir hacia el objetivo de los que mendigamos un puesto en Primera. La Liga de las Estrellas tomó sentido el sábado. O me van a decir que de las Cuevas y Cases no son estrellas del fútbol, viendo “jugar” a Lass Diarra.