Everio
Rincón 11 de octubre de 2010
Ha pasado ya un tiempo prudencial para poder analizar lo sucedido en el partido de Zaragoza y sus posteriores consecuencias.
Los partidos se deciden en muchas ocasiones por pequeños detalles que luego se vuelven grandes al correr de los minutos. En Zaragoza nos pusimos con dos goles por delante con pocos meritos más que el mantener las líneas colocadas y trabajar a destajo y los maños nos empataron solamente con fe y acierto en dos jugadas puntuales.
A partir de ahí solo existió el Sporting y las ocasiones se fueron sucediendo sin que se consiguieran transformar en gol.
El análisis que a posteriori hacen los profesionales es correcto, sienten enfado por los puntos no conseguidos y trataran de corregir los errores que sin duda hubo para posteriores encuentros.
Muy buena la reacción del Presidente Vega-Arango y del máximo accionista Fernández tomándolo como un lance mas de este deporte y apelando a la serenidad, confiando en la valía ya demostrada de sus técnicos y jugadores y haciendo un llamamiento a la unidad de todos los sportinguistas.
La que a mi modo de ver ha sido desproporcionada es la reacción de cierto sector de la afición. Mucho fue lo que se clamó estos días contra el equipo y en especial contra Preciado llegando incluso a pedirse su destitución.
Hay que distinguir entre todo el grupo de aficionados que entraron en modo de histeria dos grandes grupos.
Uno, menos preocupante, es el de los que duermen con la escopeta cargada apuntando permanentemente a Manolo Preciado. Son varios los motivos por los que tienen en el punto de mira a este entrenador pero el principal es que hay personas que no perdonan el éxito y mas cuando este proviene de una persona sencilla y nada prepotente. Es duro para estas personas ver como sus pronósticos de fracasos sin medida son una vez sí y otra también puestos en evidencia por un hombre que basa su éxito en el trabajo desde la humildad.
Es poco preocupante porque con esta reacción ya se contaba pues no iban a perder esta oportunidad los que año tras año intentan pasar facturas a la primera de cambio.
Lo preocupante a mi modo de ver es que esta reacción de descontento alcanzó a sectores que hasta ahora reaccionaron con mayor apoyo en los momentos difíciles o cuando menos se mantuvieron expectantes.
La fuerza de este Sporting de bajísimo presupuesto en los últimos años tenía su origen en la extraordinaria comunión de todos los que componen el club incluido a la afición. Había consciencia de las propias fuerzas y de lo difícil que iba a resultar el objetivo a conseguir. Partiendo de ese conocimiento se perdonaban deslices, se hacía causa común y se animaba con mas fuerza en los momentos de mayor dificultad.
¿Qué ha pasado este año para que se haya roto esa unidad? Cierto es que hubo reveses en los resultados pero ya vimos que eso en el pasado era incluso un acicate por lo tanto la razón hay que buscarla a mi juicio mas en las expectativas que en la realidad.
Es un hecho conocido que a mayores expectativas mayor frustración y cuando aumenta la frustración aumenta la ira. Este año parece evidente que las expectativas son mayores, contribuyen a ello algunas declaraciones de los dirigentes, fichajes con cierta capacidad de ilusionar y el cansancio de la gente por la realidad. Nos parece que ya hemos cubierto una etapa y que deberíamos por ello estar a un nivel superior.
La realidad seguramente es otra y cuando nos damos de bruces contra ella aparece la mencionada frustración y la ira.
Sería bueno haber aprovechado este parón liguero para hacer un examen objetivo de nuestras posibilidades como equipo, para marcarse unos objetivos realizables y para retomar la unidad que nos trajo desde segunda hasta aquí.
Feliz semana y hasta la próxima.
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